sábado, 12 de septiembre de 2009

I



Ya se le pasó la amargura, creo.

Las palabras retumban su cabeza
como piedras tiradas al estanque.
Y los recuerdos sirven para endulzar su amargura
como lo hace el azúcar con la hierba luisa.

Si la tarea es comprender la copa derramada
pues quien recoge los vidrios del vino por mí.
De entre las llamas del pasado renacen las cenizas
que se meten en la nariz y no dejan respirar.

El ajeno vendedor otorga rendición
mientras que la publicidad se rinde ante mí.
Con unos cuantos latidos más
alcanzará las nubes y entonces tendrá alas.
Y una canción escrita por el campesino
acompañará el vuelo.

Un vuelo espontáneo y sin final
sin financiamiento y por puro gusto.

Por un secreto difícil, aprieta las manos
y espera tortuosamente su juicio
mirando atrás para asegurarse de que todo está mal.

Pero su aversión a las esperas hizo que se levante
encuentre su rumbo perdido
ese que muchos intentaron desviar y no pudieron
ese que con buenas intenciones malearon y luego aplaudieron.

Pero la roca se hizo polvo y las aves partieron
en busca del calor.
Pero se olvidaron de contestar al llamado divino
y se resignaron, y se resintieron
y siguieron lo que el corazón dictaba.

Más se olvidaron de que estaban siendo olvidados
y por alguien que quería recordar.

1 comentario:

  1. Con unos cuantos latidos más
    alcanzará las nubes y entonces tendrá alas.
    Prototipo de Ícaro, genial.

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